ENAMORARSE DESPUÉS DE LOS 50
A muchos que todavía están lejos de los 50, el hecho que una persona adulta pueda enamorarse les puede parecer extraño. Sin embargo la creencia de que el sentimiento de enamorarse pertenece sólo a los jóvenes es errónea.

A diferencia de lo que se pueda creer, para una persona adulta el enamorarse no es una palabra carente de significado. El amor en edad adulta existe y está siempre al acecho esperando el momento para hacer encontrar dos almas que en el fondo todavía creen en el amor.
Es precisamente ésto, el hecho de que suele ser inesperado, una de las características más frecuentes en los amores maduros.
Es una de las más emocionantes sensaciones que los seres humanos podemos experimentar. No es exclusiva de una etapa concreta de la vida, y con frecuencia podemos sentirla en más de una ocasión.
Enamorarse es una experiencia que nos acomuna a todos los seres humanos. Nos llena de alegría, pero también de dudas, de exaltación eufórica y al mismo tiempo nos transporta a un mundo de confusión. Una emocionante contradición interna que a veces es difícil comprender.

A muchos que todavía están lejos de los 50, el hecho que una
persona adulta pueda enamorarse les puede parecer extraño. Sin
embargo la creencia de que el sentimiento de enamorarse
pertenece sólo a los jóvenes es errónea.
A
diferencia de lo que se pueda creer, para una persona adulta el
enamorarse no es una palabra carente de significado. El amor
en edad adulta existe y está siempre al acecho esperando el
momento para hacer encontrar dos almas que en el fondo todavía creen
en el amor.
Es precisamente ésto, el hecho de que suele ser
inesperado, una de las características más
frecuentes en los amores maduros.
Es una de las
más emocionantes sensaciones que los seres humanos podemos
experimentar. No es exclusiva de una etapa concreta de la vida, y con
frecuencia podemos sentirla en más de una ocasión.
Enamorarse
es una experiencia que nos acomuna a todos los seres humanos. Nos
llena de alegría, pero también de dudas, de
exaltación eufórica y al mismo tiempo nos
transporta a un mundo de confusión. Una emocionante
contradición interna que a veces es difícil comprender.
Con los primeros amores importantes se descubre la experiencia del amor. Sin embargo no suelen ser muy perdurables, pero serán la experiencia de tránsito hacia otras etapas de mayor consolidación y madurez.
CUANDO REGRESA EL AMOR
Después de algunas experiencias terminadas, o incluso de haber valorado la posibilidad de quedar sólo, es cuando habitualmente se presentan estos amores tardíos. Un encuentro inesperado, una conversación casual que sin darte cuenta conecta dos mundos hasta ahora desconocidos.

En apariencia desconocidos, porque a pesar de que las experiencias vividas puedan ser diferentes, la conexión que se hace es más en profundidad, en los sentimientos más auténticos y fundamentales del ser humano.
La experiencia de años vividos tendría que dar alguna ventaja, y una de ellas, es la capacidad de aceptar las diferencias. No importa si hemos tenido experiencias símiles o no, si tenemos los mismos gustos, importa la comprensión y el respeto en aceptarlos. No se trata de coincidir siempre, sino en aceptar la diferencia y compenetrarse.
ENAMORARSE EN EDAD ADULTA
El enamoramiento en edad adulta tiene muchas ventajas,
porque además de estar envuelto de una renovada pasión
muy estimulante, que aporta el ingrediente de la espontaneidad y la
naturalidad, tiene dos aspectos muy importantes que dan estabilidad y
seguridad a la relación: la intimidad y el compromiso.
La
pasión por sí sola no permite conocer a tu pareja, sin embargo, la
intimidad hace posible conocer mejor
a la otra persona, ésto facilitará la comprensión y el
respeto hacia las diferencias caracteriales y de costumbres
que hayan entre la pareja.
El compromiso hecho
con una conciencia madura, consolida la decisión de
compartir la vida juntos con objetivos claros y precisos,
más cerca de la realidad que de una ilusión
pasajera.
Es natural que a medida que se transita en la vida,
el amor vaya adquiriendo características que le otorgan mayor
madurez y conciencia. En la edad adulta el
enamoramiento tiene la misma intensidad pasional que
en la juventud, pero además tiene la ventaja que ofrece una
independencia emocional y personal consolidada.

El interés hacia un proyecto común se presenta
ahora preciso, posible y real. Lejos de las
ilusiones volátiles y poco realizables del amor de la pasada
juventud. Ilusiones que en aquel tiempo las vicisitudes de la vida
mandó al viento dejando grande decepción.
Pero las decepciones
pasadas son también experiencia de vida. El amor
maduro acepta la experiencia serenamente, la considera útil
porque nos ha hecho más concientes de la realidad.
La ilusión en edad adulta tambien existe pero ahora el proyecto
común es realístico y concreto, y es por eso que es más
práctico pero también más auténtico.
Por
eso en esta fase adulta, el enamoramiento se enriquece de la
sabiduría que ha permitido el crecimiento personal
y la autoestima. Ahora sabemos lo que queremos en una
relación y como conseguirlo, será difícil para la vida
encontrarnos inpreparados.
CUANDO NOS CERRAMOS AL AMOR

Es comprensible que a veces en edad adulta, la persona se cierre
al amor. Cuando se está enamorado se es más vulnerable.
Las decepciones de un amor que creíamos
eterno y único pesan en el recuerdo.
Estamos programados innatamente para recordar más vívamente las
experiencias negativas, en modo de protegernos
de los peligros y en este caso de
decepciones futuras.
Si esta idea permanece presente en
nuestra mente como algo fundamental para nuestra existencia y prevale
sobre el deseo de superar las limitaciones emocionales
personales, no nos permitirá realizarnos
afectivamente.
Esta idea no conveniente, hace que
algunas personas sean reacias a enamorarse de nuevo,
reprimiendo sus sentimientos con argumentos aparentemente
racionales.
TENER TODO BAJO CONTROL
Ante una posible relación, estas personas
rápidamente anteponen una situación personal que
consideran más importante o simplemente lo
argumenta con su falta de interés,
y si eso no les convence suficientemente, sacan la carta de “no
condicionar su libertad”.
Esta actitud no es
positiva para una persona que quiere vivir la vida
plenamente, porque bloquea sus emociones
reduciéndolas en una mínima expresión, pero sobre todo limita
su capacidad de disfrutar de las
oportunidades afectivas que le ofrece la vida.
LA CRISIS DEL REALISMO

Otro peligro que a veces obstaculiza el amor en edad adulta, es la
crisis del realismo, típica en esta etapa de la
vida.
Hay personas que a cierta edad se han convencido
que enamorarse ya no es posible. Es comprensible,
simplemente se han desencantado. El escepticismo
inunda la visión de un posible amor. Enamorarse para ellos es “algo
superado” que no entra en sus planes actuales ni
futuros.
Enamorarse lo consideran una pérdida de tiempo
y un desgaste inútil de energía emocional. No
quieren complicarse la vida y aventurarse en un historia que no
asegura un final duradero ni feliz. Prefieren dedicarla a sí
mismo, en la comodidad que ofrece la propia
soledad.
UN AMOR A NUESTRA MEDIDA

Después de tantas situaciones vividas, una persona adulta sabe ya
que desea de la vida. Años de reflexión han
marcado nuestra personalidad y nuestro criterio.
Atrás han quedado los aciertos y los errores y delante se nos
presenta una vida más consciente de lo que queremos
en el futuro.
Como hemos dicho hasta ahora, una de las ventajas
que ofrece el paso del tiempo es que cada uno sabe muy bien
lo que quiere y lo que tiene para ofrecer al otro.
El pasado de una persona adulta puede traer equipajes
voluminosos y a veces pesantes, lo curioso es que cuando existe amor,
el respeto por ese pasado es incondicional,
porque se comprende el valor de las experiencias vividas.
No
anulan el pasado vivido, lo integran en el presente
como parte de la propia experiencia personal. Por
esta razón en los amores maduros, las relaciones son más sabias y
plenas, la pareja acepta el pasado del otro porque sabe que esa
experiencia es la que le hecho ser la persona que es hoy, de la cual
se ha enamorado.
Claro está que la madurez de
una persona no lo marca los años transcurridos como podría ser
sensato pensar, sino la sabiduría que se ha
obtenido en el aprendizaje que han supuesto esos
años vividos. Por esta razón de frecuencia los
amores tardíos suelen ser más equilibrados y concientes.
El
equilibrio interior que a veces ofrece la edad
adulta, da esa seguridad, serenidad y optimismo que
impulsa al ser humano a seguir experimentando emociones.
LA MADUREZ TE HACE DISFRUTAR DEL PRESENTE

Al contrario de lo que puedan muchos pensar, el transcurrir del tiempo no siempre hace añorar los tiempos pasados, y sobretodo si nos han sido agradables.
Precisamente en los amores tardíos, la conciencia de ese “pasar del tiempo” hace valorar con mayor intensidad el momento presente, por esta razón se considera el presente el mejor momento de la vida, independientemente si en el pasado se han habido momentos objetivamente mejores.
Vivir el resto de la vida con plenitud se convierte en el objetivo principal y vivirlo junto a otra persona, será el objetivo culminante de su felicidad.

Por eso los amores en tarda edad son especialmente entusiasmantes. El hecho de compartir con otra persona ya no las cosas materiales, que pasan a un segundo nivel, sino las emociones más profundasy auténticas del ser humano, crea un vínculo único, estable, cómplice y fuertemente estimulante.
ABRIRSE AL AMOR

Todos tenemos capacidad de amar. Aunque al inicio pueda cogernos de sorpresa, un amor tardío es una de las experiencia más emocionantes que un ser humano pueda vivir.
El amor está a nuestro alcance también en edad tardía, basta estar abiertos a él. No tenemos porqué pasar el resto de nuestra vida solos, si la misma vida nos ofrece una oportunidad de compartir nuestro presente y nuestro futuro con otra persona.
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