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LA LEYENDA DE LOS NIÑOS VERDES

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LA LEYENDA DE LOS NIÑOS VERDES

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La leyenda de los niños verdes además de ser todo un clásico dentro de las historias de misterio en sí misma, ha sido de inspiración para suscitar interés hacia otras “leyendas” hoy convertidas en mitos y conspiraciones.

En la Inglaterra medieval corrían los años del reinado del rey Esteban (1135-1134). A Woolpit, una pequeña aldea del condado de Suffolk, situado al noreste de Londres, había llegado el calor bochornoso del verano y con él la época fatigosa de recoger el fruto de la tierra, la cosecha, por otro lado tan esperada por los campesinos del lugar. También era el momento para el engorde de las pequeñas crías de oveja que habían nacido aquella distante y pasada primavera. Las ingenuas criaturas brincaban alrededor de su madre y de sus también lozanos camaradas gallardeándose de su juvenil creciente brío. Sin embargo el riesgo para ellas aún no había pasado, ni pasaría. Aunque algo crecidas, eran vulnerables igual o más que sus progenitores. Los lobos siempre estaban al acecho. Ninguna tregua era concedida y cualquier descuido podría resultar fatal.

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Los aldeanos eran conscientes del riesgo y la amenaza que suponían los lobos. Un ataque en manada de aquellos insaciables y acérrimos lobos podía significar la ruina y la indigencia para alguna desafortunada familia. Para evitar o por lo menos contener en parte los asiduos y brutales ataques de los lobos, los aldeanos habían ingeniado unas trampas diseminadas en los boscajes cercanos al pueblo. Un intento desesperado de reprimir aquellos terribles ataques que desconcertaban por su cruenta escabechina a la mañana siguiente a todos los lugareños. No por nada el pueblo llevaba el nombre dedicado a los lobos, Wollpit.

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En los meses de verano los ataques eran más frecuentes, también para ellos era el momento de crianza de sus lobeznos y necesitaban más aporte nutritivo y almacenar mayor grasa corpórea antes que llegasen los rigores del invierno. Por eso en verano los aldeanos hacían también con más frecuencia las rondas de inspección de los hoyos controlando las posibles y tan esperadas víctimas caídas en ellas durante la noche.

Aquel día un grupo de aldeanos se acercó a una de las trampas en su habitual ronda. Sentían unos extraños lamentos. Parecía que algún “extraño” animal había caído dentro. Expectantes de que fuera uno de los temidos lobos se acercaron con circunspección. El asombro fue recíproco. Dentro estaban acurrucados a un lado de la fosa dos niños de pocos años. Un niño, y una niña algo más mayor que él. Los dos estaban asustados a un lado de la fosa, vestidos con una extraña y rudimentaria camisola agreste diferente a la típica acostumbra. Desconcertados y al mismo tiempo aliviados por el inesperado y raro descubrimiento, los aldeanos sacaron a los niños del hoyo. No eran niños conocidos de alguna familia del lugar y nunca les habían visto. Hablaban un lenguaje inusual y desconocido que los aldeanos no entendían. Pero lo más extraño de todo era que los niños tenían la piel de color verde.

Richard de Calne, un vecino del pueblo y terrateniente, se propuso para acoger a los niños en su casa. Después de ser aseados por los sirvientes de Sir Richard con el intento de quitarles el color verde que presentaba su piel, les ofrecieron de comer ya que parecían hambrientos, pero los niños no comieron. Por algunos días los niños se negaron a comer, tal vez desconocían aquella comida y no se atrevían a comerla por recelo. Un día mientras husmeaban en la vivienda encontraron un saco de habas crudas recién traídas del campo de labranza, hambrientos se lanzaron a comerlas con avidez ante la mirada grata de los presentes. Por este motivo los aldeanos pensaron que los niños estaban acostumbrados sólo a comer vegetales verdes, y de ahí su insólito color verde.

Por los primeros días sólo comieron judías verdes y habas. Como era costumbre en el pueblo, los niños fueron bautizados. Días después el niño que parecía el más pequeño de los dos y el más débil, enfermó y murió.

La niña sin embargo consiguió sobrevivir y con el pasar de los días se adaptó gradualmente a comer otros alimentos más nutritivos y variados, perdiendo así con el tiempo su color verde. Se adaptó por tanto a su nueva condición y vida, y aprendió el inglés, fue entonces que pudo recontar que ella y su hermano habían venido de un lugar llamado “Saint Martín’s Land”. Trabajó en la casa de Sir Richard de Calne como sirvienta hasta que se hizo adulta. Después se casó con un funcionario de King’s Lynn, un pueblo cercano a Woolpit, con el que tuvo un hijo.

Años después contó a su marido que Saint Martin’s Land, era un mundo subterráneo de grandes dimensiones. Un lugar que recibía tenuamente la luz procedente del otro lado de la orilla de un gran río que les separaba de otra tierra extremadamente iluminada. En su tierra todos tenían la piel de color verde y todo era de color verde.

LOS NARRADORES

La leyenda ha sido relatada y transmitida por dos narradores de la época, William de Newburgh, o Guillermo, también conocido como William Parvus o Guillelmus Neubrigensis, que fue un canónigo agustino e historiador inglés del siglo XII. En su obra “Historia rerum Anglicarum” relata la historia de Inglaterra desde 1066 hasta 1198, donde cuenta relatos folclóricos y leyendas hasta de fantasmas y vampiros, dentro de las cuales está incluida la de los niños verdes de Woolpit. William consideró el evento de los niños “extraño y prodigioso” y describe los hechos basándose en las declaraciones de los testigos presenciales. Este manuscrito se conserva en el Colegio Corpus Christi de la Universidad de Cambridge, siendo uno de los primeros en recoger la historia de Inglaterra desde Guillermo el Conquistador hasta Ricardo Corazón de León.

Posteriormente otro narrador recogió la historia de los niños, fue Ralph de Coggeshall en su obra “Chronicum Anglicanun” de 1220, un abad de un monasterio cisterciense de Coggeshall, un pueblo situado a unos 42 km al sur de Woolpit. Las dos narraciones difieren sólo en pequeños detalles.

La leyenda de los niños verdes también ha sido mencionada en otros escritos a lo largo del tiempo, William Camden cita el suceso en su novela Britannia de 1586, al igual que el obispo Francis Godwin en su novela The man in the Moone de 1638. Pero fue en la novela The Green Child de Herbert Read en 1935 que la leyenda se hizo popular. Herbert Read, de hecho ya había elogiado el acontecimiento antes en su libro educativo English Prose Style en 1928, lo que evidentemente le motivó para inspirarse en su posterior novela.

VERSIONES DE LOS ACONTECIMIENTOS

Siguiendo la leyenda, durante el reinado del rey Esteban en el siglo XII, un verano aparecieron dos niños, hermano y hermana en un pequeño pueblo situado en el condado de Suffolk, en Inglaterra. Habían sido encontrados por los aldeanos dentro un hoyo de lobo, en el cual habían caído por la noche y se habían quedado atrapados hasta la mañana siguiente. Los niños tenían una apariencia normal excepto por el tinte inusual de su piel, de color verde.

Según William de Newburgh, los aldeanos de Woolpit descubrieron a los niños un día de verano durante la “época de la cosecha”. Los niños habían caído dentro de uno de los llamados “pozos de lobo” diseminados por los bosques entorno al pueblo. Eran agujeros generalmente cuadrados de una cierta profundidad que servían como trampas para los lobos que merodeaban por el lugar acechando a los rebaños.

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Cuando los encontraron, los niños estaban a un lado dentro del pozo, probablemente asustados. Un niño pequeño y una niña algo más mayor. Su piel era de color verde y hablaban una lengua desconocida que los aldeanos no entendían. Su ropa era rudimentaria, unas camisolas rústicas. Según Ralph de Coggeshall, los niños fueron llevados a la casa de Richard de Calne, uno de los vecinos del pueblo.

Durante los primeros días los niños se negaron a comer, hasta que encontrando unas habas crudas las cuales “comieron con gran avidez”. Entonces los aldeanos pensaron que comían sólo verduras verdes y de ahí el color de su piel. Con el pasar del tiempo se adaptaron a comer otros alimentos y poco a poco perdieron el color verde de su piel. Los niños fueron bautizados y poco después el niño que parecía el más pequeño enfermó y murió.

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La niña se fue adaptando a su nueva vida, según los narraciones se la consideró “bastante relajada y desenfrenada en su conducta”. Al cabo de un tiempo la niña también aprendió a hablar inglés y así pudo recontar de dónde habían venido ella y su hermano pequeño y cual era su hogar. Explicó que venían de Saint Martín’s Land, la Tierra de San Martín, un mundo subterráneo habitado por gente de color verde. Una tierra donde el sol nunca brillaba y la luz era como el crepúsculo, y todo allí era verde.

Según William, los niños se perdieron mientras pastoreaban el ganado de su padre, de repente oyeron un ruido fuerte (por la interpretación del narrador serían las campanas de Bury St. Edmund’s). Después desorientados vagaron por el bosque hasta que llegó la noche y en un descuido entre la oscuridad cayeron a un hoyo de lobo.

Según Ralph sin embargo, los niños seguían al ganado hacia alguna cueva (tal vez dónde vivían). Entonces escucharon un sonido que les llamó la atención (las campanas). Curiosos se guiaron por el sonido de las campanas y emergieron en los alrededores del pequeño pueblo de Woolpit cayendo en uno de los pozos trampa para lobos que habían en las inmediaciones.

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La niña se quedó trabajando como sirvienta durante muchos años en la casa de Richard de Calne(o de Caine). Y después se casó con un lugareño de King’s Lynn, un pueblo al este de Woolpit, donde se trasladó a vivir.

Sin embargo según una investigación posterior a las dos principales narraciones del astrónomo y escritor Ducan Lunan, la niña se llamó Agnes y se casó con un funcionario real, llamado Richard Barre, un jurista, clérigo y erudito con el que tuvo al menos un hijo.

DIVERSAS EXPLICACIONES

Por lo general dominan dos enfoques principales, el primero es que la historia desciende del folclore popular, describiendo un encuentro imaginario nunca ocurrido de los habitantes de Woolpit con los habitantes de otro mundo, tal vez un mundo “de hadas”, o un “mundo extraterrestre”, en tal caso los niños serían seres extraterrestres, o de un mundo “subterráneo” habitantes de un mundo al interno de la Tierra.

PRIMER ENFOQUE: SERES VENIDOS DE “OTRO MUNDO”

NIÑOS EXTRATERRESTRES

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Bajo este primer enfoque existen hipótesis diversas planteadas a lo largo de los años. Una de ellas las sugiere Duncan Lunan (ya mencionado anteriormente) en un artículo de 1996 publicado en la revista Analog.

Lunan planteó entonces la hipótesis de que los niños hubieran sido transportados accidentalmente a Woolpit desde su planeta de origen como resultado de un mal funcionamiento del «transmisor de materia«. Lunan sugiere que el planeta de origen de los niños puede estar atrapado en una órbita sincrónica alrededor de su sol, limitando las condiciones de vida solo en una restringida zona de penumbra entre una superficie expuesta a un excesivo calor y un lado oscuro gélido. Explica que la coloración verde de los niños es un efecto secundario, consecuencia del consumo habitual de los habitantes de aquel planeta de plantas alienígenas modificadas genéticamente.

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Lunan no fue el primero en sugerir que los niños verdes podrían haber sido extraterrestres. Como hemos mencionado era una idea compartida por muchos. Por ejemplo Robert Burton, clérigo, erudito y profesor de la Universidad de Oxford, sugirió en su largo ensayo, obra capital de la literatura británica, “La anatomía de la melancolía” en 1621 que los niños verdes “cayeron del cielo”, una idea que recogió Francis Godwin, obispo de Herdford e historiador inglés para escribir su novela de ficción “The man in the moone, or a discourse of a voyage thither by Domingo Gonsales, the speedy messenger” (El hombre en la luna o discurso de un viaje allí por domingo González, el raudo mensajero) publicada póstumamente en 1638.

LA TEORÍA DE LA TIERRA HUECA

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Es sin duda una de las hipótesis más llamativas y aventureras sobre el origen de los niños verdes. Una presunta civilización subterránea muy evolucionada que habitaría en el interior de la Tierra.

Supuestamente habría dos aperturas principales en los polos y un sistema de galerías internas comunicadas entre sí. Según algunas conspiraciones las entradas estarían ocultas y custodiadas en secreto.

Es una idea que se remonta al siglo XVII cuando Edmun Halley, por cierto descubridor del cometa Halley, escribió las primeras teorías sobre la posible existencia de una cavidad hueca de unos 10.000 km de diámetro en el interior de la corteza terrestre a partir de una profundidad de 1000 km.

Supuestamente podría existir un “sol” y habría por lo menos dos entradas directas a ese mundo interno situadas en los polos. Hasta el día de hoy las perforaciones han conseguido llegar a una profundidad cercana a los 16 km, muy lejos todavía de los 1000 km que decía Halley.

Curiosamente la primera fotografía del satélite ESSA-7 del 23 de noviembre de 1986 realizada sobre el Polo Norte, mostró un misterioso agujero oscuro circular en el centro del polo rodeado de nubes. A pesar de que fue sin duda un error técnico durante la ejecución de la fotografía, la noticia no tardó en ser objetivo para confirmar la teoría lanzada por Halley.

Para añadir mayor misterio al asunto, cuando nos acercamos desde el espacio hasta la Antártida con la aplicación de Google Earth, la imagen muestra un espacio blanco circular, lo mismo pasaba en el Polo Norte, un sector que ahora está situado en el mar por el deshielo producido en esa zona. Hoy día se sabe que es un “parche” colocado a posta por el sistema de fotografía satelital para dar un punto de referencia y poder tener una imagen más precisa.

Pero la cosa no se queda ahí, como ocurre siempre con los eventos misteriosos que están marcados por la casualidad, resulta que en el Polo Sur existe una zona denominada “Tierra de San Martín”. Una zona de terreno que sobresale en forma de cuerno en la península de la Antártica y en Argentina se le llama Tierra de San Martín en honor a José San Martín.

SEGUNDO ENFOQUE: HECHO OCURRIDO, RELATO “DISTORSIONADO”

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El segundo enfoque propone que sea un relato “distorsionado” de un evento realmente ocurrido. Por otro lado cabe la duda que el relato descrito por los narradores sea una declaración “interpretada” por los mimos narradores, osea unainvención creativa de los adultos, y no una declaración auténtica directa de los niños.

Por otro lado la medicina sugiere que posiblemente los niños padecían clorisi, una rara enfermedad anémica que se caracteriza precisamente por el color verde en la piel, como también pérdida de energía, dispepsia, falta de apetito o caprichoso, respiración corta, dolor de cabeza y perdida de peso. Y por lo que se llamaba antiguamente enfermedad verde. Esta hipótesis podría justificar los síntomas tanto del color de la piel, como del estado enfermizo del pequeño hermano y la delgadez y flojera inicial de la niña. Sin embargo esta teoría no ha sido aceptada.

Respecto a la legua desconocida con la que comunicaban, algunos estudiosos sugieren que fuera el dialecto flamenco, el neerlandés, hablado en Flandes. Originario de los Países Bajos y del norte de Bélgica, norte de Francia en Durkerque, Calais, y de una pequeña porción del Noroeste de Alemania. Pero también esta hipótesis ha sido rechazada con la motivación que en el siglo XII, cuando ocurrieron los hechos, existían ya rutas marítimas entre Gran Bretaña y el continente europeo, por lo que es probable que por Woolpit hubieran pasado viajantes que hablaban ese idioma, por lo que sería a su vez posible que a los aldeanos les rememorase ese idioma por su similitud.

Otra explicación sugiere que los niños pertenecían a una pequeña tribu britona, cuya costumbre era la de vivir en cavernas apartados de la influencia de otras culturas, los cuales tenían una versión lingüística originaria de los idiomas célticos. Lengua muy difícil de entender en aquella época en Inglaterra.

De hecho Charles Oman, historiador militar británico de inicios del siglo XX, que realizó reconstrucciones de las batallas medievales de muchos fragmentos aislados y cuentos distorsionados y de folclore que dejaron los cronistas de la época, concluyó refiriéndose al estudio que hizo sobre los relatos de niños y sirvientes que “huían de sus amos”, que “claramente había algún misterio detrás de todo lo ocurrido (refiriéndose a la historia de los niños verdes), sugiriendo que podría haber existido alguna historia de “drogadicción y secuestro” como era habitual en la época y señaló que un elemento del relato de los niños verdes, en específico, la entrada en una realidad diferente a través de una “cueva” ha sido siempre bastante popular entre el folclore de la época.

Jeffrey Jerome Cohen, autor y director del Instituto de Estudios Medievales y Tempranos Modernos (GW MEMSI) nos propone otro punto de vista diferente para darle una explicación al suceso de los niños verdes, argumentando que la historia es un relato indirecto de la diferencia racial entre ingleses contemporáneos y los británicos indígenas.

También Gerald of Wales, historiador medieval cuenta una historia similar de un niño que, después de escapar de su maestro, “se encontró con dos pigmeos que lo condujeron a través de un pasaje subterráneo hacia una hermosa tierra con campos y ríos, pero no iluminada por la luz completa del sol.”

Por otro lado Martin Walsh considera significativas las referencias a San Martín, y considera la historia de los niños verdes como evidencia de que la fiesta de las Martinmas tiene su origen en un pasado aborigen inglés. Un colaborador de Notes and Queries en 1900 sugirió que existía una conexión celta en la historia de los niños verdes, argumentando que los “espíritus verdes” son considerados en la literatura y tradición celtas, seres espirituales puros, sin pecado ni culpa. Y que en la versión en la cual la niña se casa con un hombre de “reyes”(Lynn), la palabra Lynn, sería lein, una palabra celta que significa malvado, y por tanto la interpretación sería que “la hada pura se casa con un hijo pecador de la tierra”.

ÚLTIMO ENFOQUE

Según un enfoque más moderno, la historia de los niños verdes estaría relacionada con un cuento ilustrado y escrito por Randolph Caldecott en 1879. El cuento narra las peripecias de unos niños abandonados en el bosque de Caldecott para morir después de haber sido envenenados con arsénico por su malvado tío.

El arsénico explicaría la coloración verde de los niños. Después de huir dentro del bosque donde fueron abandonados (posiblemente cerca de Thetford) los niños cayeron dentro de un pozo en Woolpit, lugar donde fueron descubiertos posteriormente.

Según afirma en su libro de 1978 Bob Roberts, autor local y cantante de folk, en Woolpit todavía existen personas descendientes de los niños verdes, “pero nadie me dijo quienes eran”, según sus declaraciones. En 1977 se erigió un cartel en la aldea que representa los dos niños verdes.

EXPLICACIONES HISTÓRICAS

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Durante el siglo XII muchos inmigrantes flamencos llegaron al este de Inglaterra. Fueron perseguidos por Enrique II a partir de 1154. Un gran número de ellos murieron cerca de Bury St. Edimunds en 1173 en la batalla de Fornham lidiada entre Enrique II y Robert de Beaumont, tercer conde de Leicester.

A raíz de estos eventos históricos, Paul Harris sugirió que los padres de los niños verdes eran flamencos y que murieron durante el periodo de conflicto civil, y que los niños habrían podido haber ido al pueblo de Fornham St. Martin, poco distante al norte de Bury St. Edmunds a cuya rica y poderosa abadía había pertenecido la aldea de Woolpit, lugar donde un asentamiento de batidores flamenco existía en aquella época. Es posible que hayan huido a través del bosque y que llegasen a Woolpit. Desorientados y vestidos con ropas flamencas desconocidas para los habitantes de Woolpit, al igual que su lenguaje. El color de la piel de los niños podría explicarse por la llamada “enfermedad verde”, la ya mencionada clorosis, por una deficiencia nutritiva.

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Según Brian Haughton esta explicación es plausible, aunque admite errores. Por ejemplo sugiere que es poco probable que Richard de Calne (lugareño que se ofreció para acoger a los niños) no hubiera reconocido el idioma flamenco que hablaban los niños.

La explicación que ofrece el historiador Derek Brewer es más simple y casual, sugiere que los niños muy pequeños seguían al rebaño o lo pastoreaban. En algún momento se desorientaron y se desviaron de su aldea posiblemente situada en el bosque. Como eran muy pequeños, hablaban poco, otra lengua y como se habían desorientado no sabían la dirección de su propia casa ni como regresar. Probablemente sufrían de clorosis, que como hemos dicho anteriormente es una enfermedad por deficiencia nutritiva que confiere un color verdoso a la piel. Por eso al mejorar la dieta con un mayor y variado nutrimiento perdieron su color verde.

Sin embargo Jeffrey Jerome Cohen propone que la historia habla sobre la diferencia racial en Inglaterra. Los niños verdes según él, son un recuerdo del pasado de Inglaterra, de los británicos indígenas. Y de cómo fueron derrotados por los anglosajones después de la invasión normanda. Existen diferentes puntos de vista entre los historiadores y comentaristas de la época en lo referente a las entidades étnicas y su asimilación en la sociedad vencedora.

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Según Cohen, los niños verdes representan una intrusión dual en la visión unificada de Inglaterra de William (el primer narrador). Por un lado son un recordatorio de las diferencias étnicas y culturales entre normandos y anglosajones, dada la afirmación proporcionada por los niños de haber venido de St. Martin’s Land, también llamado Martin of Tours, o San Martín de Hastings, santo que precisamente conmemora la victoria normanda en 1066. Pero los niños parece ser que también encarnan a los primeros habitantes de las Islas Británicas, los llamados “galeses” (e irlandeses y escoceses) que habían sido anglicizados por la fuerza. La historia de los niños verdes resurge otra historia que William no había podido contar, una historia en la que el inglés como dominio peninsular se convierte en una suposición problemática más que en una conclusión inevitable. En niño en particular, que muere antes de que pueda ser asimilado por la sociedad, representa “un mundo adyacente que no puede ser asimilado, un mundo que perecerá para perdurar”.

OTROS RELATOS DONDE SE MENCIONAN TAMBIÉN NIÑOS VERDES

En el libro “Strange Destinies” de 1965 su autor John Macklin incluye un relato de dos niños verdes que llegan a la aldea española de Banjos en 1887. Prácticamente es muy similar en casi todo a la leyenda de Woolpit, sólo difiere en pocos detalles. Por lo que cabe pensar que fue inspirado por la leyenda de Woolpit y no fue un evento ocurrido realmente en Banjos. Localidad por cierto que nunca ha existido en Cataluña ni en el resto de España, y las localidades con etimología parecida como pueden ser Bancó (Barcelona), Bajol y Banyoles (Gerona) etc, según las investigaciones del Armando Galant concluyeron no tener ninguna historia ni relación con los niños verdes. El nombre de Banjos sólo tiene similitud a lo que se llamaba entonces a un latifundio o cortijo formado por varias casas de piedra. Además no se tiene constancia documental ni testimonial de los “supuestos médicos” venidos de Barcelona para examinar a los niños.

Jacques Bergier también recoge la idea en su libro “Los extraterrestres en la Historia” de 1972.
El novelista y poeta australiano Randolph Stow en su novela de 1980 también relata una historia parecida sobre una niña de color verde.

También los niños verdes son el tema principal de una ópera infantil de 1990 compuesta por Nicola LeFanu con libreto de Kevin Crossley-Holland. Ya en 2002 el poeta inglés Glyn Maxwell escribió una obra en verso basada precisamente en la historia de los niños verdes de Wolfpit (el nombre anterior con el cual se denominaba Woolpit) que se representó también en New York. En esta versión la niña es sirvienta del señor de la mansión, hasta que un extraño llamado Juxon compra su libertad y la lleva a un lugar desconocido.

LA LEYENDA DEL CONDE DE NORFOLK

Existe una leyenda medieval que narra como el conde Norfolk intentó envenenar a sus hijos con arsénico y que después los abandonó en un bosque, para quedarse con todos los bienes de la familia. El arsénico podría haber ocasionado el color verdoso, la anemia y desnutrición, pero no está justificado que comieran sólo judías o habas verdes, que hablaran una lengua desconocida y que su origen fuera subterráneo.

Además esta leyenda carece de bases históricas ciertas, ya que el supuesto conde se llamó Thomas Howard III y no fue contemporáneo a los hechos, ni está relacionado con niños ni su supuesto envenenamiento.

¿Existieron de verdad los niños verdes de Woolpit? O es otra historia más dentro del folclore inglés? Tal vez encarnan a los primeros habitantes originales de las Islas Británicas y su asimilación forzada por la sociedad emergente de aquella época. O puede que sea otra desconcertante y extraña historia ocurrida por casualidad. Sea como fuese, hoy día continua siendo una leyenda que suscita todavía nuevas interpretaciones e intrigas.

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