LAS HABAS EN LA RELIGIÓN ANTIGUA Y LA MITOLOGÍA
6ª /8 PARTE“LA LISTA NEGRA DE LAS PLANTAS PROHIBIDAS”
- LA LISTA NEGRA DE LAS PLANTAS “PROHIBIDAS” EN LA ANTIGÜEDAD
- LA ZANAHORIA: LA MALDICIÓN DEL COLOR PÚRPURA
- LAS PATATAS: EL ALIMENTO DE LOS DIOSES
- LAS HABAS: UNA PLANTA AMBIVALENTE
- LAS HABAS Y PITÁGORAS: MITOS Y LEYENDAS
- LAS HABAS EN LA RELIGIÓN ANTIGUA Y LA MITOLOGÍA
- LAS HABAS Y OTROS RITUALES ROMANOS
- LAS HABAS Y SU ORIGEN IMPURO
No es de extrañar que las habas hayan tenido tan mala reputación. En época del Imperio romano, eran utilizadas como protagonistas en importantes rituales funestos.
Las habas eran presentes en algunas de las festividades romanas más importantes y populares. Publio Ovidio las reportó en su famosa obra “Fastos”, donde las enumera, como la Feralia el 21 de febrero, la Lemuria los días 9, 11 y 13 de mayo y la Carnaria del 1 de junio en las cuales honoraban a los Manes, los Lemures y la diosa Carna respectivamente.
LA FERALIA
Los Manes compartían este día festivo con la conmemoración a una diosa muy particular. La ceremonia ritual de la Feralia, ofrecía un ritual en honor a Tacita, que significa la “Silenciosa”, inicialmente con la intención de evitar la calumnia. Pero no sólo, también era la diosa del inframundo que era presente en los cultos funerarios y acompañaba al difundo a la nueva vida.
Es precisamente a partir de este antiguo rito romano en honor a la diosa Tacita que se originaron las tradiciones entorno a la festividad de los muertos el 21 de febrero y con ellas sus típicas tradiciones culinarias como sus tan conocidos y apreciados dulces y como no, la costumbre de ofrecer habas a los difuntos, la legumbre de los muertos.
Tacita Musa es una numen que invita al silencio y la confidencialidad. En el mito encontramos reflejada la mentalidad romana como lo fue la griega, en referencia al concepto que tenían sobre las mujeres. Según ésta, las mujeres debían guardar silencio no sólo por virtud, sino también por deber.
El ritual consistía en una performance peculiar y muy simbólica.
Un grupo de niñas y jóvenes mujeres rodeaban una anciana borracha sentada al centro. Estas formaban un corro alrededor de la anciana y murmuraban rezos retenidos mágicos entorno a ella. La anciana entretanto, con tres de sus dedos depositaba tres granos de incienso en un umbral. Luego introducía siete habas negras en su boca y las removía al interior.
Seguidamente cogía un pez todavía vivo y arrancando su cabeza la lanzaba hacia el umbral.
La lengua desgarrada del animal se debatía por respirar, simbolizando el abuso del mundo masculino sobre el femenino. El resto del pescado lo asaba con vino y bebía el líquido obtenido.
El pez era un animal mudo, era privado de la posibilidad de hablar, como el desmán de los hombres en ocultar dicho abuso retirando la palabra a la mujer. A la mujer se le imponía el silencio y debía ser sumisa durante todo el año, exceptuando un sólo día, el 21 de febrero, fiesta de los difuntos, dedicada a los Manes.
Con este ritual se pretendía invocar la potencia terrible de Tacita venida del ultratumba. Como en otros rituales también el plomo era presente como medio para transmitir la energía oscura del ritual.
LA LEMURIA
La festividad de las Lemuria celebrada los días 9, 11 y 13 de mayo, también era una conmemoración a los muertos.
El ritual nocturno consistía en una serie de gestos mágicos y performance para conjurar contra la mala suerte o influencias malignas de los muertos que creían eran presentes alrededor de las personas.
También en este ritual se utilizaba objetos como medio para transmitir los poderes del ritual, en este caso era utensilios de bronce.
Lo interesante en este caso, referente a las habas, es que cuando regresaban por el camino al finalizar el ritual nocturno, iban arrojando a pequeños puñados, según Ovidio, 7 habas negras (número mágico), que se suponía las recogían los muertos y quedaban apaciguados.
Las habas eran negras, simbolizando la muerte y el inframundo donde quedaban los espíritus atrapados en total oscuridad por ausencia de la luz, que es la que proporcionaba la forma a la vida en la Creación.
El ritual requería tirar por 9 veces 7 habas negras sin mirar hacia atrás, pronunciando al mismo tiempo la siguiente frase: “Lanzo estas habas y con ellas redimo a mí y a los míos”.
Se supone que las habas que se ofrecían a los muertos sustituían los hijos inmolados (por su similitud a un embrión), de manera que los difuntos quedaban satisfechos de la ofrenda.
LA CARNARIA
En esta festividad el 1 de junio, se ofrecía un sacrificio apaciguador para placar una diosa muy temida, la Carna. Se la invocaba para ahuyentar el mal durante el tiempo que duraba el desarrollo y crecimiento de los seres vivos.
En el ritual se le ofrecía a Carna un puré de habas con tocino, llamado puls fabata. Según Macrobio, contribuían a proporcionar vigor al cuerpo. En época arcaica se le ofrecían sacrificios humanos, en particular infantiles. De ahí la simbología de las habas similares a un embrión.
El ritual pretendía invocar y aumentar los poderes de la diosa. Un poder nutritivo real, una fuerza simbólica que las habas proporcionaban como alimento de fuente de vida, ya que Carna, como decimos era la diosa del desarrollo y del crecimiento de los seres vivos.
En la actualidad todavía existe la tradición de regalar en el día de la calenda (primer día de cada mes en el calendario romano ) en este caso de junio un tocino graso. También existe la costumbre de comer ese mismo día una especie de polenta de grano duro de trigo candeal junto con las habas.
Existen muchas referencias con respecto a las habas, según Varrón, Plinio y Macrobio, Ovidio decía que se le daba a la diosa, habas y tocino mezcladas con escanda caliente, porque “era muy antigua y se alimenta de los platos de antaño.”
Además decía que quien lo consumiera el día 23, se liberaría de los dolores de las entrañas. Con referencia al tocino pensaban que en él se concentrase la sustancia vital, al igual que en la sangre y órganos vitales. Por eso era frecuente que fuera destinado a los dioses en los sacrificios, junto con la sangre y vísceras.
Hay que tener en cuenta que desde antaño a los dioses se le ofrecía una vida ya fuera animal o humana, por tanto no es de extrañar que ofrecieran en los rituales la parte mejor y más vital.
La diosa Carna velaba y protegía el desarrollo de los niños, y los defendía de los temibles Striges, seres inmundos demoníacos que perseguían y atormentaban a los niños durante el sueño.
Los Striges absorbían la esencia vital de los bebés lactantes cuando dormían, en concreto su sangre y sus vísceras. Su fatal maleficio atentaba contra el desarrollo de la vida.
La diosa Carna era considerada una diosa menor, a diferencia de Juno, una de las diosas más importantes a la que se honoraba pública y oficialmente también en este día y al cual correspondía el honor del entero mes de Junio.
La diosa Carna era invocada generalmente en un entorno más familiar y estrecho y participaba en los acontecimientos más cotidianos y comunes de la vida familiar. Por esta razón también se la invocaba durante los matrimonios, que solían celebrarse precisamente en estas fechas de junio coincidiendo con esta festividad de la Carnalia.
En estas fiestas matrimoniales se colocaban ramilletes de espino blanco colgadas en las ventanas y las puertas de la casa donde iba a vivir la pareja. De este modo se ahuyentaba a los Striges que amenazaban la vida de los futuros hijos nacidos después del boda.
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