EL MIEDO AL RECHAZO
1ª/10 PARTE
- EL MIEDO AL RECHAZO
- EL DAÑO PSICOLÓGICO
- LA EDUCACIÓN EMOCIONAL
- PORQUÉ DAMOS TANTA IMPORTANCIA A NUESTRA IMAGEN
- COMPRENDER LOS MECANISMOS DEL PENSAMIENTO
- EL PASO HACIA LA INDEPENDENCIA EMOCIONAL
- CUANDO NOS RECHAZAN PERSONAS QUE NO NOS CONOCEN
- ES HORA DE COMENZAR A VIVIR PLENAMENTE
- CÓMO HACER DESAPARECER EL MIEDO
- MUESTRA TU VALOR ÚNICO
De hecho “nuestra cultura” nos enseña a sobreprotegernos en lo físico.
Con más o menos acierto, sabemos y conocemos modos para evitar ser agredidos físicamente. Pero cuando el daño es emocional, ahí la cosa se complica. No sabemos cómo defendernos, ni cómo evitar ese daño. Un daño que a veces resulta peor que uno físico.
El hecho es que no nos han enseñado como afrontar ese tipo de daño.
EDUCACIÓN EMOCIONAL
En nuestro aprendizaje educativo nos han enseñado muchas cosas, de hecho tenemos conocimientos y competencias en tantos ámbitos diversos.
Nos han convencido que la inteligencia que hemos desarrollado, como especie humana es la más avanzada nunca lograda por un ser vivo, y puede que así lo sea. Sin embargo, en un tipo de inteligencia nos hemos quedado atrás, la inteligencia emocional.
PORQUÉ NOS IMPORTAN TANTO LOS DEMÁS: EL MIEDO AL RECHAZO
Como sabemos, los seres humanos estamos especialmente dotados para inventar, crear y transformar las cosas que nos rodean. Pero esta capacidad que nos permite construir, es limitada, inevitablemente, por nuestras propias características físicas, intelectuales y creativas individuales y también por el tiempo que tenemos a disposición.
Sin embargo cuando pensamos colectivamente en un proyecto común, nuestra capacidad personal se proyecta más allá de nuestra capacidad, no termina en su propio límite individual.
Apoyarnos en los demás, nos permite aumentar nuestra creatividad y somos capaces de inventar y construir cosas que solos, no habríamos nunca podido hacer realidad. Somos una especie social, e interdependiente.
Pero además, sentimos la necesidad imperiosa de estar conectados entre nosotros, y lo consideramos como algo esencial para nuestra supervivencia. En la colectividad nos sentimos de alguna manera protegidos.
EL MIEDO A NO SER ACEPTADO
Tenemos una idea fija en nuestra cabeza: necesitamos la aceptación de los demás para sentirnos bien.
De alguna manera, nos hemos convencido que fuera de la colectividad somos vulnerables, expuestos a peligros que amenazan nuestra supervivencia.
Incluso aunque no haya un peligro objetivo que pueda atentar contra nuestra vida física, identificamos y percibimos el rechazo social como un peligro vital, porque de alguna manera lo interpretamos como una “muerte social”.
Y es normal que pensemos así, las personas inicialmente estamos por así decirlo, “programados” para no hacer daño a los que consideramos inocentes, pero por lo contrario, para los “culpables”, justificamos muy fácilmente el “merecido” daño.
Pero lo más curioso, es que si nos conviene, tenemos una gran facilidad de autoconvencernos de que los demás son culpables. Ésto sucede porque a nuestro cerebro no le gusta sentirse estúpido, y justificando sus decisiones, de alguna manera se siente coherente y lógico.
Nos autojustificamos del rechazo que hacemos a los demás. Los consideramos culpables por algo en lo que son diferentes y eso es suficiente para negarles el derecho a ser tratados con equidad, respeto o incluso dignidad.
La marginación socialmente aceptada, está presente en muchos ambientes en la sociedad y siempre ha sido una constante en la historia. Hoy día lejos de disminuir, está hipócritamente presente en tantas ideas y comportamientos aparentemente sociales y justos.
Por lo tanto, no es de extrañar que tengamos miedo a no ser aceptado. Sin embargo tenemos que tener claro que esta concepción de la moral que tiene una persona o alguna colectividad es aprendida y varía en las personas según la educación social adquirida. Por eso nuestro sentido moral y ético es tan diferente entre culturas y sociedades e incluso épocas.
Por ejemplo, en algunas culturas no aceptan el maltrato a las mujeres y a los niños, pero en otras es socialmente aceptado, se considera “parte de la educación”, de la misma manera la homosexualidad a veces es condenada, y en otras el consumo de determinados estupefacientes no es penalizado.
Del mismo modo podríamos hacer ejemplos de comunidades más pequeñas, pero también relevantes, ambientes más cotidianos para nosotros como la familia, el colegio, el trabajo y nuestro entorno social.
Y entonces, si una opinión moral no es estable y uniforme en todas las sociedades, ambientes e incluso puede ser diferente entre singulares personas, ¿porqué le damos tanta importancia a la opinión de los demás?
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