¿A QUÉ SE DEBE EL OLOR DE TIERRA DESPUÉS DE LA LLUVIA?
Los días lluviosos son los favoritos para muchos, especialmente cuando puedes pasarlos en casa al calorcito, mejor aún si es con una taza de té y galletitas. Es sin duda una de las cosas más agradables, la de escuchar la lluvia, me refiero, cuando cae golpeando ligeramente la ventana y es igualmente agradable también sentir, cuando todo está más tranquilo, ese olor característico en el aire.
¿Pero alguna vez te has preguntado cómo se llama realmente? Muchos lo llaman el típico «olor a lluvia», pero en realidad tiene un nombre específico y es el de petricor .
EL OLOR DESPUÉS DE LA LLUVIA: EL PETRICOR
Este término proviene del griego y su etimología es nada menos que épica: proviene de petra, que significa piedra, por el momento nada especial dirás, e icor, que en la mitología griega era la sangre de los dioses y se dice que poseía la inmortalidad divina, esto ya es más interesante.
Así que esto Icor era el fluido mítico que brotaba de los cuerpos de los dioses y los inmortales, en las raras veces en las que venían heridos por algún necio desafortunado, y era como veneno para todos los mortales que tuviesen el valor suficiente de llegar tan cerca de una divinidad herida.
A nivel fantástico, entonces, la fragancia que sentimos después de la lluvia sería la sangre celestial de las piedras. Y es una forma muy curiosa de definirlo, ¿no te parece?
Sin embargo, a nivel científico , el petricor no es más que un aerosol natural muy particular.
El aroma de la lluvia deriva del hecho de que, cuando ocurre la precipitación de las gotas en el suelo, las burbujas de aire muy pequeñas permanecen «suspendidas» en la superficie, atrapando al mismo tiempo partículas sólidas de varios tipos que provienen del suelo.
La producción de estas partículas de aerosol es mayor cuanto más lenta es la velocidad de caída, por lo que este olor es típico de las lluvias ligeras o lloviznas en particular.
Y es precisamente de el suelo por lo que las sustancias que sentimos en el ambiente vienen después de la lluvia.
GEOSMINA: EL FAMOSO «OLOR A TIERRA»
Componentes químicos particulares generan este aroma a tierra húmeda, definida como geosmina, que son liberados por bacterias y microbios particulares, incluidas las cianobacterias o algas azules, presentes en la tierra y que reaccionan precisamente en presencia de humedad.
La geosmina es uno de los principales componentes del petricor al tiempo que le da el característico «olor terroso» definido precisamente en el significado del término, olor que todos recordamos con placer, y por lo tanto no se forma como posiblemente se podría pensar de un solo elemento odorizante, sino de varios elementos que distinguimos como un solo olor.
Lo interesante es que nosotros, como especie humana, estamos biológicamente inclinados a identificar este compuesto a grandes distancias y con gran facilidad.
Pues, la sensibilidad del hombre a la geosmina y, por lo tanto, también al petricor alcanza bajas concentraciones de 5 ppt (partes por trillón), lo que es mucho teniendo en cuenta que los humanos no estamos muy desarrollados en este sentido, y en términos de evolución olfativa los animales nos superan de mucho; a pesar de esto, sin embargo, quizás gracias a la conformación particular de estos aromas o mejor aún por una conveniencia biológica fortuita, este olor lo percibimos más que otros.
En este sentido, de hecho, se piensa que el hombre como especie se ha adaptado específicamente a este aroma porque el olor a petricor estaba relacionado con la presencia de recursos hídricos en el área, especialmente en tierras áridas donde esto era incluso necesario para la supervivencia.
Esto nos hace pensar acerca de cuánto de lo que sentimos y percibimos hoy en día tenía un significado y una importancia completamente diferentes para nuestros antepasados que para nosotros ahora, y los aspectos de la vida que a menudo descuidamos pueden haber sido factores fundamentales en el pasado.
El olor a tierra mojada o geosmina también es parte de una de las siete categorías principales de olores descritas en la clasificación Amoore (que es solo uno de los muchos sistemas de registros olfativos), junto con el olor intenso, penetrante y acre que caracteriza al alcanfor, al éter de olor dulce típico de los líquidos de limpieza, al mentol, al almizcle o musgo que se utiliza precisamente en perfumería, al floral, al podrido y, finalmente, al intenso y agudo olor del picante.
EL OLOR «ANTES» DE LA LLUVIA
Ahora que sabemos de dónde proviene el olor liberado después de una lluvia refrescante, es hora de descubrir qué genera ese olor específico que a veces se presenta antes de una tormenta o chaparrón.
Si por casualidad estás pasando por un momento de estos en tu casa y todavía no ha empezado a llover, abre la ventana y respira por un rato el aire denso antes que la tormenta se acerque y se te eche encima con vehemencia.
Sentirás que es similar a petricor pero te darás cuenta, si hueles con atención, que es otra esencia: de hecho, es ozono, lo que para el hombre puede resultar similar a nivel olfativo.
El ozono en las nubes tormentosas se produce a través de la escisión de moléculas de oxígeno y nitrógeno presentes en el aire debido a las descargas eléctricas de los relámpagos que inician la reacción, produciendo monóxido de nitrógeno que recombinado con otros compuestos produce el ozono, que tiene un olor que se asemeja vagamente al del cloro.
Incluso para este elemento aromatizado, el hombre es particularmente sensible, de hecho lo puede sentir a grandes distancias y es por esta razón de que antes de que la tormenta se acerque con la lluvia y los destellos de los relámpagos, podemos percibir el olor gracias al ozono transportado por el viento, producido por la actividad de los relámpagos en la tormenta.
Un ejemplo perfecto de esto son las bobinas de Tesla, que si están en funcionamiento, la generación de rayos «artificiales» crea un fenómeno casi idéntico al de las tormentas, con la división de las moléculas atmosféricas y su recombinación en óxidos de nitrógeno y ozono, de olor penetrante y característico.
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